Nicolás Beltrán
Ibagué,1992
Throughout the History of artistic Modernity -during the last century and a half- there have Been two opposing metaphors that have emerged frequently to determine which would be the scenarios to comprehend and assess painting. The first one lead us to think that the pictorial image is profound and therefore its meaning emerges from the understanding of the facts that seem to be perceived behind it. The posing metaphor raises that painting is superficial and it meaning is stablished by what happens in front of the image. The first metaphor is based in the acceptance of the aesthetic conventions that have historically structured the practice of painting, while the second one sustains that in the resilience to them, which leads to evidence of the artificial nature of the pictorial image, showing that its depth is only a cultural representation.
This dilemma of getting to believe or not in artistic conventions, has as its epicenter the experience of a spectator who can immerse himself in these conventions to imagine that something happens behind that surface or that he refuses to do so to investigate everything he can identify on that surface, from his own experience in the ordinary world.
Nicolás Beltrán brings together a heterogeneous set of images, which he has made over the last 3 years, based fundamentally on his alignment in the first metaphor mentioned. His images demand to a great extent, a frontal connection with their spectators since they are conceived as visual illusions by through artifices such as the geometrical perspective, the tonal atmosphere or the chromatic field. However, not all pieces seek to establish their significance from the same coordinates, since some are more faithfully circumscribed to the codes that have shaped the painting throughout history, while others challenge those same codes by posing to viewers a Changing experience of feeling that the image occurs between the paintings and his body or between his body and what would be behind the works as illusion. In one case the pictorial surface is at the end of the visual field while in the other it is situated halfway between the body and the pictorial illusion.
Jaime Cerón, 2018
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A lo largo de la historia de la modernidad artística -durante el último siglo y medio- han existido dos metáforas contrapuestas que han emergido recurrentemente para determinar cuáles serían los escenarios de comprensión y valoración de la pintura. La primera de esas metáforas lleva a pensar que la imagen pictórica es profunda y que por lo tanto su significado se desprende de la comprensión de los hechos que parecen percibirse detrás de ella. La metáfora que se le contrapone plantea que la pintura es superficial y que su significación se establece por las cosas que ocurren delante de la imagen. La primera metáfora se basa en la aceptación de las convenciones estéticas que han estructurado históricamente la práctica de la pintura, mientras que la segunda se sustenta en la resistencia a ellas, que lleva a evidenciar el carácter artificial de la imagen pictórica, haciendo ver que su profundidad es solo una representación cultural.
Esta disyuntiva de llegar a creer o no en las convenciones artísticas, tiene como epicentro la experiencia de un espectador que pueda sumergirse en estas convenciones para imaginar que algo pasa detrás de esa superficie o que se niegue a hacerlo para indagar en todo lo que pueda identificar sobre esa superficie, a partir de su propia experiencia en el mundo ordinario.
Nicolás Beltrán reúne un conjunto heterogéneo de imágenes, que ha realizado en los últimos 3 años, que se basan fundamentalmente en su alineación en la primera metáfora mencionada. Sus imágenes demandan en gran medida, una conexión frontal con sus espectadores dado que son concebidas como ilusiones visuales mediante artificios tales como la perspectiva geometral, la atmósfera tonal o el ámbito cromático. Sin embargo, no todas las piezas buscan establecer su significación desde las mismas coordenadas, dado que algunas se circunscriben más fielmente a los códigos que han configurado la pintura a lo largo de la historia, mientras que otras desafían esos mismos códigos planteándole a los espectadores una cambiante experiencia de sentir que la imagen ocurre entre las pinturas y su cuerpo o entre su cuerpo y lo que estaría detrás de las obras como ilusión. En un caso la superficie pictórica está en el extremo del campo visual mientras que en el otro se sitúa a mitad de camino entre el cuerpo y la ilusión pictórica.
Jaime Cerón, 2018